domingo, 3 de abril de 2011

Olía a maquillaje.

Ese día de la semana le tocaba entrar más temprano de lo habitual. La media hora de desfase de su partida en relación al resto de los días generaba un cambio más o menos notable en la cantidad de gente que llenaba los espacios del metro, por lo que encontrar un asiento no era, en la situación, un hecho de relevancia mayor. Después de haber  ya recorrido el rutinario rumbo matutino desde su casa hasta el andén, entonces, vio acercarse desde lo negro la pequeña luz, junto con el característico tronar de los rieles bajo la máquina. Las puertas se abrieron. Luego de dejar descender antes de subir, como nos aconsejan desde siempre, cruzó la línea amarilla para ingresar al metro junto con unas siete personas que habían decidido que ésa era la puerta que debían utilizar aquel día. Se sentó en un asiento que quedaba de cara a una de las ventanas del vagón, por lo que su reflejo le devolvió la mirada desde el no exactamente regular material, de colores sombríos, tenues, con aspecto aletargado. Fue en ese momento en el que se dio cuenta de lo no maquillada que se veía. Lo curioso fue que, al fijarse en los tonos que entregaba su cara totalmente excenta de cualquier tipo de maquillaje, utilizó inconscientemente el participio "maquillada" para referirse al aspecto deslavado de su rostro. La razón de este singular acontecimiento se encontraba a dos asientos hacia la derecha de ella, con un lápiz de ojos en una mano y un espejo en la otra. Se sentía en el aire.

1 comentario:

  1. estoy en lo correcto o cada escrito es una descripción de tu día querida beita :)? jajaja me dio mucha risa el concepto de maquillada... me gustaría referirme a cara de poto y típico que uno se da cuenta en la puerta del metro, o la ventana. jajaja te extraño :c

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