Sería extraño comenzar a redactar ahora, porque es un día en el que siento la inspiración en un nivel excepcionalmente nulo.
Ayer tenía ganas de comer un brownie, mi mamá me dijo que no lo hiciera, y cuando pasamos a echar bencina me compré un brownie Y unos manqueques (es esporádico que me den ganas de comer cosas dulces). Me los comí y me dio alergia. Y mi mamá me había recomendado evitarlos porque me iba a dar alergia. A veces tiene razón.
Tengo un déficit increíble de cosas que contar.
El lunes va a ocurrir un evento que marcará un quiebre en mi -adjetivo a elección del lector- existencia. La representante francesa de turno en Chile (la única en mi mundo desde que llegué del intercambio) se vuelve a Francia. Y yo tengo dos pruebas (física y biología), así que no puedo ir a dejarla al aeropuerto. Qué lata que cosas tan triviales nos impidan otras mucho más importantes desde el punto de vista valórico y humano. Estuve un año con esta cabra, UN AÑO compartiendo sala, su estuche (suelo olvidar el mío), comentarios cero aporte, olores, sabores, oxígeno, dióxido de carbono, nitrógeno, vapor de agua, caminatas desde el colegio hasta la bifurcación donde ella doblaba a la derecha para ir a la piscina y yo a la izquierda (¿había otra opción disponible?) para ir a mi casa a almorzar, llantos (unicamente de parte de ella porque soy insensible y no logro llorar cuando se debe), burlas (de parte de ella a causa de mis patéticos intentos de aprender su -adjtivo a elección del lector- idioma), shampoo cuando yo olvidaba el mío (aproximadamente cada vez que había que llevarlo), y un extenso etcétera. A todo esto, sí lloro. El año pasado lloré cuando se me reventó un globo con el que había estado jugando harto rato. Ahora es cuando realmente vuelvo a lo mío. No habrá nada que suplirá, no habrá bizmas francesas disfrazando nada. Aquí
estoy y aquí me
siento (de "sentir" y no "sentar").
Ahí llegamos a lo que es el
Tiempo. Como dimensión, quiero decir. Si nos vamos a lo netamente práctico y físico del concepto, las cosas no
eran ni
serán, las cosas sólo
son. El pasado, ¿
¡qué chucha es el pasado!?, es un weá que está al interior de cada c
aja ósea en que está contenido el encéfalo. Por eso, deberíamos referirnos a él como un
concepto por ausencia, es definir algo, delimitarlo, porque en realidad
no es. Y en todo caso, si quisiéramos ser más agudos y precisos en nuestra forma de expresión, deberíamos decir
los pasados; ¿cómo va a no-haber sólo uno? Habrá uno por cada parte corporal superior roma capaz de hacer sinapsis y crear uno propio. Este (el del Tiempo) es un tema que nunca llegaré a entender y que me ha cobrado a veces
horas de reflexión más bien circular (como si el
cu ele no tuviera suficientes). Nunca llego(aré) a desarrollar más que esto una conclusión.
FAILED, TRY AGAIN.
Siempre he tenido problemas para
vivir el ahora. Obvio que suena a frase cliché, pero es la cruenta verdad. Cuando algo sublime pasa en mi vida, hay un lado que se opaca gracias a la efectiva, miscelánea y rápida acción de mi querido subconsciente, que me pone al corriente de algo que yo sé perfectamente; que eso que me hace tan feliz en
ese momento
es finito. ¿Por qué no lograba dejar de pensar en
lo que vendría después? Y sí, conjugué "lograr" al pretérito imperfecto, porque estoy en proceso de rehabilitación. Cuando uno tiene sueños, ideas, utopías, etcétera, aún-se-me-pueden-ocurrir-otros-términos, metas que alcanzar, tiende a crearse espectativas. A crearse en exceso, quiero decir. Y cuando las cosas suceden, se pasan mucho más rápido de lo que quisieras si no te concentras en aprovechar CADA instante, cada oportunidad, cada semáforo en verde que se te cruza por la ruta cual gatito en la carretera. ¿Qué cresta importa el carácter finito de mi café con leche (me carga cuando se me acaba)? Bajemos los humos y seamos humildes; somos humanos. Y humanos finitos. Según platón,
somos y
no somos al mismo tiempo (tuve prueba de filosofía el viernes). Sería como no creer en
ese ALGO que ordena las cosas (que algunos llaman Dios) por el simple hecho de saber que es inherente a nuestra condición humana la necesidad de creer, de anclarse en algo. De poder decir: "Dios, cuídala" y quedarse quizá tranquilos. Esta cualidad de nuestra condición humana, lo que lograría hacer al efectuar un análisis frío de la situación, es catalogar el concepto en que nos apoyamos (sea
ese ALGO, Dios, Monesvol, etcétera) casi como un síntoma psicosomático y, por tanto, interior al Hombre. Y es posible que sea eso. Somos seres dependientes, sociales, inseguros y débiles. Por eso "razonamos", porque no tenemos ninguna otra ventaja con respecto a los animales no-racionales. Tengo una capacidad notoria de desviarme de lo que estaba hablando.
El método es un
concepto por ausencia.