jueves, 25 de noviembre de 2010

Desde ahora hacia atrás, m < 0.

Ahora sí que no sé lo que me espera, y ahora sí que que no puedo saberlo, ni suponerlo siquiera. Ayer fue un día extraño, con oscilaciones anímicas cuáticas. Partamos por el hecho de que era mi licenciatura. A partir del momento en que ese cartón con frases hechas, nombres, firmas, fechas y timbres estuvo en mi mano, gracias a mi profe jefe (quien hizo que todos se vieran altos en el escenario, según mi hermana grande), pasé a subir la tasa de desempleo del país. Y con mucho orgullo. Como en mi colegio somos (bueno ya, éramos) cinco cuartos medios, repartieron las licenciaturas durante el día. Yo soy del Cuarto Aaaahhh, así que lógico, nos tocaba primero (no se lo esperaban); a las NUEVE de la mañana.
Yo siempre había querido graduarme al aire libre, con toga y birrete y los rayos del sol del pre-ocaso bañando oblicuamente esta fastuosa ceremonia donde la emoción une a los presentes en una felicidad incalculable y bla bla bla, pero no. Bueno, no puedo quejarme; aunque las invitaciones podrían haber sido mejores y deberían haber pensado en sacar la foto de los graduandos con toga y birrete porque fundaban falsas esperanzas en mí, fue un momento de genuina felicidad. Había siete cupos (incluidos los papás) para cada alumno, y vino mi papá con mi abuela desde Santiasco, a quienes no había visto en un tiempo considerable... desde el dieciocho de septiembre, creo. También fueron testigos de mi inicio a la cesantía mi mamá, mi otra abuela, mi hermana grande y mi hermana chica. La mamá de mi papá parecía manguera llorando... estaba tan contenta, y eso me ponía en extremo feliz a mí. Mi hermana grande me regaló un flor de goma eva, y luego de la tertulia de rigor con el curso al terminar la última lista, fuimos todos los que estábamos (mis invitados a la licenciatura, digo) a la casa de mi tía. Se reunió un grupo, por consiguiente, que no se reunía hace años. Pero AÑOS. Quizás más de ocho mil. Bueno, pero la cosa es que fue impresionante. Ayer en la mañana estaba realmente feliz.
Con mi mamá y mis hermanas fuimos a comer sushi por ahí, y después compramos unos pastelitos árabes equis. O sea, mi mamá los compró. Llegamos a la casa y me puse a estudiar al punto de que mi hombro me reclamaba por la posición que tuvo que adoptar durante prolongados periodos y mis dedos de la mano izquierda ya cuenta con surcos bien definidos. De todas maneras sentía que avanzaba, ya casi tengo toda la partitura leída y bastante introducida en mi cabeza, pero eso es de sólo una de las tres piezas. No fue hasta bastante tarde que supe que en realidad lo que estoy haciendo no tiene mucho sentido que digamos. Una decisión que ya estaba más que tomada por mí tuvo que ser prácticamente desechada. Aunque lo que me queda por hacer no es para nada malo, de hecho es bastante lógico y no puede ser de otra manera, no sé, yo supongo que fue el hecho de haber estado tanto tiempo equivocada e idealizando lo que me puso tan mal. Me sentí una idiota integral y apartada. Desnivelada (gracias, cultura). Ahora no estoy segura de qué cresta voy a hacer, pero es casi un hecho que tendré que estudiar una licenciatura simultaneando el conservatorio. Y después veré qué hago, pero por lo menos estoy consciente de que no es absolutamente mi culpa. También lo es de este faquin país burocrático y sus secuaces. No les cuesta nada tener al tercer estado un poco más informado, o por lo menos con un acceso más expedito y fácil a la información. Pero así es la vida acá.
Lo ridículo es que es tan fácil... al esparcir la cultura y todo lo que ésta misma alude, se logra dar un paso gigante hacia nuestra deseada y abstracta amiga llamada Igualdad de Oportunidades, pero al parecer las cosas por ahora van a pertenecer a un círculo cerrado y más bien selecto, con lo que estoy de acuerdo, pero la selección no debería ser al nivel del acceso a la información que podría competer a todos. Shao.

A todo esto, fui al pre-estreno de la historia del niño que sobrevivió al maleficio imperdonable de la luz verde y es la que, según yo, menos se han echado respecto al libro. No reclamé tanto durante la función. De hecho me gustó harto la weá de película.

Seeee, después de todo no es para nada malo..., yo quiero vivir haciendo lo que amo. Pero podría haber estado al tanto de este pseudocolapso antes y no me sentiría tan sacowea en estos instantes. Son las cuatro de la tarde y muero de sueño, tengo que estudiar para la faquin pe ese u (porque ahora sí que es de carácter obligatorio) y siento la presión de los circulitos con lápiz 2B sobre mis sienes. Y hace dos días que no me como ni los dedos ni las uñas.

2 comentarios:

  1. lo único d harry potter...es ginny. Insisto. Aunque vi una hace un tiempo en el CineMax (o cinecanal?), no sabía q Snape se piteaba a Dumbledore

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  2. te conte que en mi liceo eramos 12 cuartos?

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