martes, 7 de septiembre de 2010

Que no entren.

Cachen que estaba demasiado rica la ensalada que me acabo de comer (apio con manzana), tengo el gugl crom, toqué una armónica y supe que cuando soplai no suena igual que cuando inhalai y que de hecho es así como tocai la escala, se me pasó el metro de manera bastante exasperante (onda, llegué a la estación y ÉL ESTABA AHÍ, y por tres segundos no lo pude tomar. Y el Metro Valpo no tiene una frecuencia que podríamos catalogar de exuberante así que casi llego tarde al colegio) y hoy fue la primera tarde en que llegué del colegio sin polerón porque no tenía frío.
Ayer se cumplió un año.
Hoy se cumplen tres semanas desde que dejé de morderme dedos y uñas.
Le acabo de pedir a mi hermana chica que me traiga más ensalada de apio y manzanas. ¡Estaba tan riiiiica!
Ahora estoy equipada con un nuevo y lleno bol de ensalada de apio (y... manzana) que por cierto fui a buscar yo misma porque a mi hermana le dio lata y lo único que me falta es un tema del que escribir. Últimamente, más que pensativa o reflexiva, he estado increíblemente fatalista, rayando en el masoquismo, pero son etapas por las que uno pasa. O tiene que pasar. O éso creo yo. Y de hecho, ya la pasé, por lo menos por la más cercana de las posteridades. 


Debido a mi edad y, por lo tanto, a la etapa por la que me hallo yo pasando, uno de mis centros nerviosos (el que está ubicado en la cavidad craneal) ha debido asumir una cantidad colosal de información para la que no estaba quizá preparado. En realidad, no sé si preparado sea el término adecuado, pero la cosa es que no he podido dejar de impresionarme. Es posible que estas reacciones desmesuradas que imprimen trazas en mi conciencia sean parte de lo que hoy es el mundo, lo que hoy es mi país, y de lo que tengo que tomar el hábito de enterarme. Pero el tema es que no quiero que cosas así entren a lo que para mí es la norma. Yo quiero que lo que está llegando a ser normal no logre la clasificación de habitual y, por lo tanto, ser aceptado a la fuerza por nuestra moldeable sociedad. Esta actitud podría ser tomada como extremadamente conservadora y nada vanguardista, pero no hay que tomarla desde el punto de vista cartucho (independiente de que yo sea cartucha). Una cosa es que las cosas avancen y otra es que las mismas sean despojadas de su virtud, sustancia y vigor. Para mí, nos estamos desvirtuando. En todo aspecto, las cosas están sobrepasando los límites y barreras que yo había concebido como impuestos por la misma sociedad; pero NO, estos límites son OTROS. Son EXTREMOS PARA MÍ. Y no es que me hayan criado dentro de una burbuja, es que en los ahoras, un porcentaje desmesurado de lo que es la cultura está hecho y fundado dentro de cada ser en base a nuestra querida amiga tele. Personalmente, admiro la capacidad que ha tenido este prisma (y ahora, figura casi bidimensional) para tener ocupado al mundo durante tanto tiempo útil. Y estoy cayendo en la crítica social más cliché que existe, lo sé. Pero es que es verdad


Otra cosa que está siempre presente ya sea de manera tácita o casi tangible (gracias a la Pando, por ejemplo) es nuestra gran amiga PSU. ¿Quién, de los que la van a dar este año, ya la dieron o la darán en un futuro no lejano, no ha tenido ya a su manera una pequeña crisis de estrés a causa de esta singular acumulación de hojas corcheteadas y/o una perfecta imitación o reproducción de ésta, sea facsímil? 


Ver ejemplo.

A mí me cuesta asumir que, de cierta forma, tu entrada a la U y carrera que quieres del año siguiente depende de estas hojas y de tu estado de ánimo, de tu tranquilidad y tu capacidad para calmarte si no te sale alguna weá, de cuántas horas has dormido y si has logrado hacerlo bien, de si tu lápiz grafito HB y tu goma, los cuales vas a haber comprado especialmente para esta ocasión (o por lo menos mi hermana lo hizo así) no te cagan (alguien con intenciones nefastas puede haber tomado tu lápiz y haberle roto la mina en mil pedazos :c ), de si no se te olvidó el confort para sonarte (si es que tienes mocos), de si te pica el pie, justo la planta, y no puedes rascarte sin tener que sacar el zapato (lo siento, si me pasa, me sacaré el zapato al toque y de esta manera, i'll nip it in the bud) y gracias a éso pierdes los segundos que el destino (no creo en el destino) dictaba como necesarios para que terminaras tu PSU de manera digna, y un infinito ET-CÉ-TE-RA.


Qué miedo.

2 comentarios:

  1. ¿Era necesario publicar mi máxima prueba de ansiedad? Complementando la información, también me compré cuatro chocolates pequeños, uno para cada prueba que di, y les escribí el nombre de la prueba en el envase y los ordené cronológicamente en el refri.
    Sí, ansiedad máxima. Pero igual me fue bien :)

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  2. algo tiene Google Chrome, que no me da confianza. Google© ha demostrado su eficacia con el Earth, Gmail, Google Maps, y comprando a Llutub pero...no se, quizá sea el gustito al zorro no más.

    Y...chill the fuck out, te fuiste a ese país d maracos x un año así que, sabes que tu vida no se resume en una prueba....

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