martes, 10 de agosto de 2010

Sí, carnicería relativa al amnios.

Acabo de comerme todo lo que quedaba del chocolate que mi mamá me había regalado para el día del niño. Curioso que nunca en mi vida se haya siquiera mencionado esta fecha como una distinta al siete de mayo o al dos de octubre y justo este año, en que cumplí los dieciocho, me regalen algo.
Filo, estaba rico (era con naranja).
Hoy día en la mañana, mientras caminaba hacia la estación del metro que se encarga de llevarme sana y salva al colegio, me pasó algo que me llevó a pensar en un tema que me ha estado dando vueltas en la cabeza desde que entré al colegio de vacaciones de invierno (para que vean los temas de interés internacional que invaden la materia gris contenida entre ciertos temporales, parietales y occipitales (ok, también el frontal)); un perro se detuvo delante mío, cerrándome el paso. Sí, SE DETUVO y por lo tanto yo ME DETUVE. Porque había un perro delante mío y yo no podía avanzar más.

Me acabo de acordar de una canción que me tuvo viciada mucho tiempo, durante el periodo justo anterior a partir por un año de mi partia. Poniéndome en el extraño y aislado caso de que alguien no lo haya percibido, es un link.


Sigamos con lo de los perros. ¿Por qué hay perros que te siguen en la calle? Está tácitamente asumido como respuesta a esta retórica pregunta que los perros siguen a la gente que posee, más que un olor, un hedor especial. Pero yo estoy segura de que esta afirmación es, como muchas otras creencias populares, de argumentación principalmente falaz. ¿Por qué? Porque el primer día que fui al colegio, pasé al lado de dos perros. Y ¿por qué fue sólo uno el que me siguió hasta la estación? Para el otro, fui totalmente carente de atributos interesantes y dignos de ser seguidos. Aparte, estoy segura de que yo olía rico [inserte trece-trece a discreción].
Otro día, cuando realizaba yo exactamente la misma actividad (caminar a la conocida estación), pasé al lado de un perro a quien, con el rabillo del ojo, justo antes de que saliera de mi campo visual, percibí levantarse (estaba sentado) y me dije: "Cresta, otra vez me va a seguir un perro" (porque a todo esto, no me gusta). Escuché casi resignada el conocido sonido de las garras contra el pavimento acercándose desde atrás, por mi izquierda, hasta que el quiltrín con acercamientos siberianos se volvió a introducir en mi campo visual. Para mi gran sorpresa y ALIVIO (onda "aaaaaaah, juiiuuu"), el perro me pasó y se volvió a sentar.
Victoire!
Y lo loco es que el mismo perro me hizo pasar por el mismo momento de incertidumbre del avenir una segunda vez, en donde la historia se desarrolló exactemente de la misma forma, excepto que el perro apareció por mi derecha. En volá pensó: "¡Ha, no te esperabai esa!".
Prosiguiendo con mis experiencias referentes a este polémico tema, una vez en que una amiga a quien ya he mencionado me vino a buscar un día que ya he mencionado para asistir a una actividad que ya he mencionado (no tengo más vida que esa), salí yo del edificio y la veo. La saludo y al comenzar a caminar, percibo a dos perros que la siguen. Como yo iba con ella, debería decir que nos siguen. Se lo remarqué y me dijo que de hecho los perros habían pasado siguiendo a alguien más, mientras ella estaba estática esperando a que yo saliera, y que habían traicionado a la antigua víctima quedándose con ella (mi amiga), por si le faltaba compañía. Y este no es el fin de la historia. Es el comienzo. Porque en las próximas once cuadras que tuvimos que caminar para llegar a nuestro destino, su olor logró congregar a CINCO EJEMPLARES CANINOS. ¡CINCO!
Y estoy segura de que ella olía rico, porque yo no estaba congestionada y no sentí nada. Además era temprano en la mañana.

¿Qué es lo que les llamará la atención?

Procedo a agradecer la oportunidad que me brinda la tarjeta del metro para estudiantes, que me permite viajar incalculablemente barato (es figurativo, las matemáticas de segundo -quizá tercero- básico sí me permiten calcularlo). Desde que la saqué, ha provocado en mí una admiración que llega a superar el hecho de que en el lugar en donde debería verse mi foto, se vea más bien la de un travesti.
A todo esto, siempre me he preguntado, y ahora más que nunca por el hecho de viajar todas la mañanas en el mismo tren con aproximadamente la misma gente, ¿por qué hay individuos e individuas, caballeros y caballeras, que cargan siempre la tarjeta al salir? Y no sólo eso; que cargan la cantidad justa para pagar el viaje recién acabado, dato que permitiría saber, al otro día, que no contarán con la cantidad suficiente para pagar el viaje que efectuarán, como cada mañana, y que incluso así, al salir del tren pasan la tarjeta por el coso que no sé cómo se llama y que cobra los pasajes quien les muestra en la pantallita algo así como "error validación, saldo no-sé-qué" para hacerles ver, como siempre, que no tienen plata y que tienen que cargar.

La luz del baño se encuentra en un estado defectuoso y titila excesivamente cada vez que la enciendo. Si fuera epiléptica podría entrar en crisis.

3 comentarios:

  1. El tema es un poco menos mierda que el anterior, y esa es la unica diferencia (para mí obviamente), porque de nuevo lo leí impulsivamente, así que creo que el pasado efecto en mí no fue un caso particular, si no que de verdad me gusta como escribí hueona enferma xD

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  2. odio las tarjetitas que usas para pagar. Crédito, BIP o lo que sea. La única que me gustaba era la BussKort en Noruega pq por 300 koronas mensuales (28 lucas) viajabas todas las veces q qisieras x bus.
    Y los perros callejeros son cool, siempre me hacen compañía cuando mi especie me deja d lado (o sea, demasiadas veces), sólo piden un poco de cariño a cambio, si bien siempre he pensado que quieren comida también.

    Y....si estás ovulando o menstruando, ten por seguro que los perros ♂ lo sabrán. Y, tendrán reacción de perros hehe

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  3. Yo siempre los saludo cuando paso por al lado, algunos me miran, otros me siguen y otros me ignoran olímpicamente. Tengo la impresión de que los perros planean una revolución contra los humanos, igual que las palomas. Una nueva generación de palomas agresivas 2.0

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